Cuando alguien te conoce, tiene poder sobre ti, pues sabe qué hacer para hacerte daño. A sabiendas de
todo esto, te dejé entrar en mi vida y te ofrecí todo lo que tengo y lo que soy, no se amar de otro modo.
Me conoces bien, yo soy toda pasión e impulsos, soy todo o nada. Por eso te di varias oportunidades,
traté de ponerme en tu lugar y entenderte, así que puedo afirmar que me voy con la conciencia tranquila, hice todo lo que podía para salvar este barco que se hundía. En cambio tú no quisiste o no pudiste poner de tu parte, nunca lo entenderé; pero para mi tranquilidad prefiero decirte adios.
Hay veces en que toca pensar de forma egoista, poner el corazón de un lado y preocuparse por el bienestar propio. En mi caso, me significó un esfuerzo sobre humano arrancarme el corazón del pecho y entender que no es posible encontrar a alguien que te quiera más de lo que te quieres a ti mismo. Tal vez te pedí demasiado, tal vez me pedí demasiado; y si bien es cierto que agradezco los momentos que viví a tu lado, son más los sinsabores que las dichas que me has traído. No me mal interpretes, lejos de quejarme, una parte de mi agradece la traición de la que he sido víctima, pues he aprendido demasiado.
Aprendí que no está bien perderme en el otro, dejar de lado mis necesidades y tratar de entender a alguien que no hace el mismo esfuerzo por ti.
Si, he llorado. Supiste cómo instalarte en mis días, y aún no entiendo bien cómo volver a funcionar en soledad, sin embargo, tengo esperanza. Se que existe una persona capaz de apreciar todo lo que soy capaz de dar; se que no mereces mis lágrimas, pero ya no tengo miedo. Así que me despido de ti, te dejo con tus promesas huecas, tus cuentos de madrugada y tu botella de vino en la nevera. Te dejo con tus chistes flojos y tu mal humor, con tu torpeza y ceguera. Vas por la vida sin reconocer lo que tienes, y esta vez ya lo perdiste por completo. No hay vuelta atrás. Me despido de ti, pero le doy la bienvenida a la vida.
Fuente:cartasdeamor
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