Al tío Vicente, con motivo de su cumpleaños, sus sobrinos le regalaron un loro. El pajarraco, ya un bicho adulto y muy mal hablado, siempre estaba de mal humor y solo decía groserías. Vicente trató desde el primer día de corregir sus malas actitudes, tratándole con mucho cariño, palabras bondadosas y gran educación, hasta el punto de ponerle incluso música clásica porque había oído aquello de que "la música amansa a las fieras". Sin embargo no obtuvo éxito alguno y un día, ya perdida la paciencia, le gritó al loro y éste le respondió con dobladas expresiones groseras y dando tales chillidos que, nervioso y desesperado, cogió Vicente al insoportable loro y abriendo la puerta del frigorífico lo metió en el congelador.
Durante breves minutos se escucharon los chillidos del loro y el gran revuelo que éste causaba en el compartimento del congelador hasta que, de pronto, cesaron ambos sonidos y solo el silencio flotaba en el ambiente...
Alma bondadosa, cinco minutos más tarde Vicente abrió la puerta del congelador, arrepentido y temeroso de que el animalito hubiera muerto congelado. El loro, que no estaba muerto, salió volando y suavemente se posó en el hombro de su dueño diciendo:
- Siento mucho haberte ofendido con mi pésimo lenguaje y mi grosera actitud. Te pido que me disculpes y te prometo que en adelante vigilaré mi comportamiento y moderaré mi forma de expresarme.
Vicente estaba verdaderamente sorprendido de tanta cortesía por parte del loro, iba a preguntarle por cambio tan radical cuando el animalito, muy educado, le dijo:
- Por favor, ¿te puedo preguntar una cosa?.
- Claro que sí... Dime, dime -responde Vicente.
- ¿Qué fue lo que te hizo el pollo?
2 comentarios:
Hola: no podría indicarte lo que hizo.... !!
Jajaja muy bueno
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