NO, NO ESTABA DESTROZADA.








NO. 
NO ESTABA DESTROZADA,
me estaba dando tiempo para recoger mis pedazos y ponerlos nuevamente en su lugar. Estaba viendo el reloj, esperando a que dieran las diez para ir por mi cigarrillo y pensar un poco mejor.






Te lo juro que no estaba destrozada, sólo quería sacar las palabras hirientes de mi cabeza que me dijo mi madre cuándo tenía nueve años, quería trenzar mi cabello, con la delicadeza que me lo trenzaba mi abuela cuándo yo era pequeña, y recordar esa canción, que me cantaba antes de dormir.






Por última vez te digo, que no caray, no estaba destrozada, sólo quería abrazar a mi soledad para que limpiara el rímel corrido en mis mejillas y me dijera cómo siempre que yo era fuerte, que recordara aquella palmera que quería tatuarme, para verla y recordar que una palmera entre los vientos y una gran tempestad, jamás fue destrozada.


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