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Me volví la peor madre del mundo cuando me tocó trabajar una jornada larga de trabajo para que no nos faltara nada.
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Me volví la peor madre del mundo cuando el trabajo le absorbió tanto que eran contadas las horas del día que le podía dedicar a mi hijo.
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Me volví la peor madre del mundo cuando mis horarios laborales no me dieron para ver aquél festival en el que mi hijo participaría.
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Me volví la peor madre del mundo cuando la sociedad me juzgó de pasar más tiempo en mi trabajo que viendo crecer a mi hijo.
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"Que los hijos crecen en un abrir y cerrar de ojos", me decían mientras mi corazón se hacía chiquito deseando tener más horas libres, pero lo sé bien, eso implica (quizá) menos ingresos.
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Sí, los hijos crecen en un abrir y cerrar de ojos pero también visten, calzan, comen, quieren y necesitan.
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Así que, si tu eres de las peores madres del mundo y aún no te dicen lo siguiente: ¡Felicidades, te estás esforzando!, creételo.
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