Me juraba que yo era la única.













Ella me llamó por teléfono,
se burló de mí y me dijo:
¡perdiste!,
te dejó y se quedó conmigo,
ahora estás sola y me ama a mí.


No me enojé con ella mientras se burlaba,

tampoco sentí celos saberlos juntos,
no la odié;
no guardo odio dentro de mí,
¡no!...
al contrario,
sentí lástima por ella,
"porque un hombre traicionero no pierde jamás las mañas";
así como me tracionó a mí,
mañana la traicionará a ella.
Sentí alivio en mi corazón y di gracias al cielo
por quitar de mi vida a un hombre como él,
mentiroso, don Juan,
pero sobre todo desleal.







Juraba que yo era la única así como ahora se lo jura a ella, decía que era su prioridad,

pero nunca fui mujer de creer todo a ciegas,
mi corazón sentía mala vibra,
y mi institución nunca falla;
ahora sé con certeza que mientras le bajaba la luna a ella, él aún disfrutaba de estar entre mis piernas.


Así que mientras ella alardeaba de su relación,

yo encendí mi cigarrillo y le dije:


Mujer,

te deseo suerte,
disfruta lo más que puedas,
porque mañana llorarás,
y otras estarán en tu lugar.
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